SENTIR RABIA

SENTIR RABIA

La rabia (también conocida como ira o cólera) es una emoción primaria. Básicamente, como todas las emociones, podemos definirla como neutra, es decir, ni positiva ni negativa. El significado negativo del pensamiento común relacionado con la ira viene dado por la función de esta emoción. La función de la ira, para quienes la experimentan, siempre se ha expresado como una función adaptativa que el individuo pone en práctica como respuesta instintiva de defensa. Creo que la emoción de la rabia también hay que verla en su ser primigenio y que es la posibilidad que tiene el individuo de expulsar partes de sí mismo o partes externas que no le gustan, que no quiere, que rechaza, contra las que lucha. 

 

¿Cuáles son los riesgos de reprimir la ira cuando surge? 

Los riesgos de reprimir esta emoción pueden ser muchos y, según la intensidad, también muy graves. La somatización clásica de la cólera en el cuerpo es a nivel del sistema digestivo, un ejemplo de ello son todas las inflamaciones del estómago, gastritis, úlceras, reflujo esofágico... En la cabeza, la cólera es una emoción poderosa, con una acción propulsora muy fuerte, de hecho, como decíamos antes, sirve a nuestro sistema para liberarse o para alejar cosas, personas, objetos, situaciones que no queremos, que no amamos. 

Otro riesgo que debemos considera consiste en aplanar la esfera de los sentimientos percibidos, anestesiándose y volviéndose menos sensible a las emociones. La ira puede reprimirse y contenerse, pero no para siempre ni en todas las situaciones, por lo que otro gran riesgo es que se exprese en otras relaciones o en otras situaciones y, por tanto, pase a afectar e incluso a arruinar relaciones no culpables o no estrictamente relacionadas con el motivo de nuestra ira. 

De los momentos de ira podemos aprender a utilizar esta emoción de la manera correcta y eso es deteniéndonos un momento e intentando comprender cuál fue el desencadenante o, al menos, cuál es el motivo. A veces no será fácil, porque cuanto más hayamos reprimido esta emoción en el pasado, más nos costará encontrar el hilo conductor hoy. 

Los padres difícilmente nos han enseñado a gestionar esta fuerte emoción de la forma correcta, normalmente nos habrán enseñado a reprimirla, por lo que a partir de ahora en los momentos de rabia lo correcto será escucharla, conocerla para entender quiénes somos realmente y qué emociones nos mueven a expresarla. Conocer la ira a veces puede resultar parecido a un collar de perlas, y es que podemos darnos cuenta de que lo que hoy nos enfada no es otra cosa que el fruto de aquello de lo que nos hemos negado a ser conscientes durante tantos años. 

La somatización clásica de la cólera en el cuerpo es a nivel del aparato digestivo, por ejemplo todas las inflamaciones del estómago gastritis úlceras reflujo esofágico... 

Las enfermedades del hígado también deben leerse como nuestra incapacidad de gestionar la ira. 

Las patologías entonces que afectan por ejemplo al páncreas, en psicosomática, se leen precisamente como cargas agresivas que afectan a nuestro cuerpo en lugar de manifestarse en nuestro exterior, por ejemplo gritando o enfadándose. 

Así también para patologías como la colitis, también en este caso hablamos de rabia reprimida, de incapacidad de ser dirigida hacia el exterior. La rabia que se dirige hacia nuestro interior, nos enferma. 

Como ocurre con todas las emociones fuertes, la ira debe gestionarse con calma y consciencia. 

Con un buen discernimiento y autoconciencia, seremos capaces de entender cuándo hay que tratar la ira de las formas adecuadas y cuándo hay que sublimarla en otra cosa; los errores en la gestión de la ira provocarán casi con toda seguridad somatizaciones en el cuerpo. 

Si somos conscientes de que estamos dominados por una fuerte rabia en un período dado, seamos muy conscientes con respecto a quién queremos preservar de nuestra cólera para no destruirlo todo a nuestro paso. 

La ira por si misma no es negativa, sobre todo si somos capaces de entender cuál es el momento adecuado para expresarla de la manera correcta o para sublimarla en algo más noble, podremos conseguir resultados increíbles en nuestras relaciones en nuestras vidas. 

A la cabeza de la rabia está esa fuerza justiciera que nos hace tomar decisiones fuertes que a veces son fundamentales para salvarnos a nosotros mismos, para expresar nuestras decisiones, para afirmar y apoyar nuestro pensamiento con los demás. 

La rabia nos hace sentir vivos, nos hace sentir en contacto con la sangre, la vitalidad, el fuego, la fuerza indomable, nuestro poder para expresar nuestra esencia y nuestros pensamientos.